“ La Montaña como Jardín Urbano”
“Las montañas nos invaden de un cierto misticismo, de una cierta tranquilidad que otros lugares no te despiertan” (Luis Álvarez, montañista).
La idea de este ensayo es mostrar como el “ciudadano” se ha ido apropiando poco a poco y sobre todo por un tema de necesidad y conservación ambiental, de este gran espacio que estuvo por mucho tiempo ajeno a la recreación y el uso público. Esta primera aproximación a lo que representa el parque para el habitante de una ciudad, pretende acercar estos espacios que son escasos en su mayoría en los lugares de Santiago, una capital que día a día va creciendo en población y que necesita de estas zonas para airearse. Convirtiéndose la precordillera en un lugar “sublime” que permite un escape mental y emocional directo con la Naturaleza.
Es así como podemos identificar diversos conceptos que nos dan una idea del por qué concebir a la precordillera como un elemento natural, paisajístico y semiurbano.
La precordillera no es un elemento geográfico solamente, digno de ser mirado a una distancia significativa por su majestuosidad y gran tamaño, sino que se puede utilizar de manera cercana por los habitantes de la ciudad. Un parque montañoso natural que une de sur a norte a la ciudad de Santiago, algo impensable quizás hace 20 años atrás, pero que genera espacios aptos para el hombre. Acercándolo, dándole un lugar para la conservación, reflexión y esparcimiento
La precordillera ofrece la posibilidad de agregar a su paisaje actividades de esparcimiento propias de otros parques de condición más urbana, así como también otras que le son propias al paisaje de montaña: senderos, áreas de picnic, contacto directo con la vegetación nativa, trekking, cabalgatas, canopy, y otros deportes que se deben realizar en un espacio abierto.
HACE MÁS DE 500 AÑOS: AMENAZAS Y DESAFÍOS
“Antes de la llegada de los españoles al valle de Santiago, estas montañas estaban cubiertas de frondosos y extensos bosques, y una particular fauna. Hoy estos animales han desaparecido y el bosque esclerófilo de la precordillera andina ha sido reducido a un 5% del total de la vegetación del área, predominando la existencia de matorrales”.
(Protege, Conservación de un ecosistema de montaña Parque precordillera de Santiago, Lecciones aprendidas)
La precordillera tiene una relevante función ecológica, y el hombre tiene diversas funciones y responsabilidades en esto: el crear conciencia del daño que se causa al no respetar la vegetación del lugar, no contaminar las quebradas con desechos, no talar árboles que tienen años importantes de vida, evitar la caza de animales que habitan la precordillera, ya que son parte de un sistema ecológico y evita que la cadena se rompa en el ciclo natural de estos seres vivos.
En relación a lo que acontece en el caso del Parque Metropolitano, el tema de la pendiente acá es algo que no es un martirio, al sentir la motivación de subirla, los atractivos de la cordillera ameritan los desafíos que impone su pendiente, y que pueden llegar a ser un obstáculo en otros parques cerros de la ciudad, sumándole a esto una característica importante, la del mismo aire, porque el que se respira en la cordillera es el mas puro que uno pueda sentir, ( la cordillera con sus quebradas son verdaderos filtros de la ciudad de Santiago). Los olores dan cuenta de un espacio hecho para el esparcimiento evocando otra calidad de habitabilidad, para escapar de una capital congestionada, es algo que se valora mucho al momento de estar parado en una cumbre.
Es esta compatibilidad de factores que hacen que el salir a conocer la naturaleza, escapando de lo tradicional, traiga consigo beneficios mayores, ya que en este caso uno hace y crea mentalmente su propia versión de parque, por decirlo de algún modo, es algo mucho mas flexible , algo que permite multiplicidad de opciones. La Naturaleza no controlada y la Naturaleza controlada, generan distintas formas de habitar y sensorialmente afectan al visitante, ya que a pesar de uno verse inmerso en un lugar lleno de especies arbóreas por todos lados, ellas fueron agrupadas de cierta forma naturalmente, y tienden a evocar un mayor impacto al visitante.
Cuando uno visita un lugar como la precordillera, los sentidos captan cosas que no están acostumbrados a percibir, ya que por lo general uno no la habita, porque es un medio relativamente más salvaje y no tan estructurado como un jardín botánico, un invernadero, o un parque tradicional. La capacidad de asombro es superior, los tipos de especies que uno encuentra pueden ir variando de acuerdo a la estación del año de manera mas radical.
Está sujeta a paisajes mucho mas protagonistas que los mismos senderos o caminos que están predefinidos, ya que al uno verse inserto en el, tiene la opción de tomar las propias decisiones de cómo va a recorrerlo. Obviando muchas veces los caminos propuestos configurando mentalmente un parque que cada vez que uno lo visite va a tener algo nuevo que ofrecer. No será algo monótono que pondrá los sentidos de las personas stand- by, es por eso que este mismo paisaje hace que el visitante de cuenta de las sorpresas que puedan acontecer manteniendo al usuario con los sentidos mas despiertos y expectantes ante cualquier situación.
Esto ultimo hace referencia en cierto modo al peligro, que también puede jugar un rol importante en la forma de percibir este tipo de parque y en la manera que el entorno natural nos afecta, ya que a veces nos hace desorientarnos y perdernos en él, lo que le da una cualidad particular, significativa y que emana un cierto toque de respeto.
El regalo que nos entrega la precordillera al estar en este espacio abierto, es el hecho en que uno a los árboles los puede tocar, oler y hasta mimetizarse con ellos mismos, haciéndose parte de la naturaleza misma que hace al hombre verse a si mismo un ser insignificante.
“El solo hecho de estar en la naturaleza hace que algo al interior de uno se transforme. Uno se desliga de sus ataduras y se vive de manera más armónica y transparente” (Paulina Riedemann y Gustavo Aldunate, expertos en flora nativa).
Es por esto que la cordillera se ve ahora no como un muro geográfico inmenso e inalcanzable, que frena el crecimiento de la ciudad, sino que al contrario, como un elemento natural privilegiado para el hombre. Que favorece la vida de las personas, tanto en el ámbito de la salud y en la armonía que se consigue con el medio ambiente, en un buen panorama donde se puede compartir familiarmente, y un espacio que se hace parte de la ciudad misma con la finalidad de potenciar las actividades al aire libre. Transformándose en un punto relevante, donde se ven reflejadas características que hacen de este lugar una Jardín Montañoso para todas las personas que quieran formar parte de él.
Alejandro Sepúlveda V.
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